El Precio
La primera conclusión a la que debes llegar es que no has entendido nada.
Vivimos en una ilusión, un juego de egos que nos hacen querer luchar contra todo y todos, donde el premio es tener la razón y aparentar ser el más fuerte. ¡Qué gran mentira!
Todos intentamos jugar con nuestro personaje, que no es más que una máscara inventada puesta sobre un niño herido que grita queriendo libertad. Libertad para ser, libertad para estar, libertad para amar sin sufrir, libertad para reír sin taparse la boca y permitiendo enseñar el esplendor de toda su dentadura.
Parece tan difícil, tan duro, tan cuesta arriba… Pero de lo único que se trata es de que entiendas que sólo debes apartar un poco esa máscara. Sí, esa que vestiste pensando que ibas a estar más seguro/a y protegido/a, pero que en realidad sólo te ha servido para reprimir y escapar de tu dolor. Ese dolor que te tiene encadenado/a en una cárcel mental creándote la falsa ilusión de que ya has sufrido demasiado, pero que cada vez que te refugias ahí descubres que aún puedes sufrir un poco más.
Y así, la vida entera te pasa, queriendo huir del dolor, pensando que ese dolor se encuentra en la vida y en los demás. Protegiéndonos de experimentar el amor por miedo a sufrir, la libertad por miedo al “qué dirán”, la abundancia por lástima hacia quien no se lo puede permitir… Pero sin darte cuenta de que el verdadero sufrimiento sólo habita dentro ti, no es de nada ni de nadie, sino tuyo. Es tuyo.
Sumergido/a en el juego de los niños lastimados y queriendo tener razón a toda costa para no atentar contra la gran mentira de quien crees que tú eres, permaneces firme ante tus viejas y obsoletas creencias que no te han servido para nada, sino para sumergirte en el silencio de una cárcel mental, que nunca te llevó a ningún lugar fuera de ese sufrimiento que quisiste a toda costa evitar. Pero no lo ves.
No entiendes que debes desprenderte del “querer tener razón” y comprender que mientras estés consciente en esta vida, el aprendizaje no tiene fin. ¿Puedes entender lo ridículo que es seguir queriendo tener razón? Mira hacia atrás, ¿has conseguido moverte a un lugar mejor?
Despréndete de la lógica y de todo lo aprendido hasta aquí, entiende que en realidad no has comprendido nada. La vida es ilimitada, las posibilidades son infinitas y tu eres parte de la vida, de la divinidad, de la eternidad, del todo, de Dios. Eres un hijo/a de Dios hecho/a a su imagen y semejanza.
Mereces lo que deseas por derecho de nacimiento, pues estás experimentándote en momento presente consciente en una realidad material, donde la materia es la clave y está lista para ser usada por ti en todas sus variantes. ¡¡¡Pero cuanto te cuesta entender!!!… “Sí, claro, como si fuera tan fácil”, “No se puede tener todo en la vida”, “Lo he intentado pero he sufrido mucho hasta aquí”, “Es que yo una vez fui positivo/a y optimista pero sufrí demasiado y tuve que cambiar”… ¿Te suena?
La diferencia entre quien lo consigue y quien no, se encuentra en su enfoque, interés, constancia, intención y acción.
Pero claro, ¡¡¿Cómo me atrevo a cuestionar tu presente, pasado y futuro de mierda?!! ¡¡¿Cómo soy capaz de hacerte replantearte todo esto otra vez, después de lo que te costó protegerte de una porquería y un dolor que ahora igualmente estás experimentando, pero que esta vez ese dolor se encuentra escondido tras la fachada de persona inquebrantable y pasota que muestras ahora?!!, ¡¡¿Cómo se me ocurre hacerte reaccionar y volverte a ilusionar con todo lo que has pasado hasta aquí?!!, ¡¡¿Y si me ilusiono y después no lo consigo y sufro otra vez?!!… ¿Te suena?
Pues te garantizo que no hay más sufrimiento que el que has experimentado hasta hoy, el cual puedes clasificar en diferentes intensidades y variantes. No encontrarás un dolor diferente al que has experimentado hasta aquí.
Eres tan ignorante que no te has dado cuenta de que estás sufriendo pero en una intensidad de dolor tan soportable que incluso a veces te permites sonreír, ilusionarte y sentir tu corazón latir hacia el amor. Un dolor tan soportable y cómodo que hasta a veces parece que te sientes bien… ¡¡Pero no!!
Si pudieses ver el resto de tu vida en una película y vieras que si te arriesgas y fluyes hacia donde tus deseos te llaman y que lo consigues y serías feliz, ¿darías el paso?
Si la respuesta es sí, analízate, date cuenta de que realmente es lo que quieres hacer, fluir hacia tus deseos y el amor, pero no te atreves porque no confías, no tienes fe, ni en ti, ni en la vida, ni en Dios. Pretendes controlarlo todo, por miedo.
Miedo. ¡¡Ohh, miedo!! esa sensación que desaparece una vez que le miras a los ojos y le dices firmemente que la decisión está tomada y que nada ni nadie te va a achicar. Que intenso es todo y que ridículo. Qué fácil es trascender todo tu dolor. Sí, TU dolor, pues sólo existe en tu experiencia. El dolor es personal.
Cada día de tu vida, a cada hora, a cada minuto y/o segundo estás a un paso de la gran transformación. En cada momento presente de tu consciencia tienes la disponibilidad para ti de ir hacia el otro lado. Hacia el lugar donde empieza todo, tu vida, tu realización, tu libertad. Pues la vida comienza en cada exhalación.
Tan sólo inspira, siente y decide ser valiente e ir hacia donde tu corazón te está llamando a gritos. ¡¡Permítelo, joder!! Por ti, por la vida, por Dios.
No entendiste nada. ¡¡Nunca lo entendiste!!
Que la vida es ilimitada, que la abundancia está en cada lugar donde miras e incluso donde no ves. Que eres un ser infinito y poderoso, que todo lo que quieres está al alcance de tu mano aunque no lo veas con tus ojos mortales, pero está disponible a un sólo golpe de fe.
Muchos fueron los llamados y pocos fueron los elegidos. La vida es para valientes. Los valientes son los que vivirán y los cobardes los que sobrevivirán en un mundo de muerte y de dolor, un dolor tan terrible que parece un buen lugar donde habitar.
¿Vives o sobrevives?
Si quieres vivir y acceder a todos tus propósitos, debes empezar por aceptar tus deseos y permitirlos. Permitirlos y fluir sin resistirte, sin intentar controlar las circunstancias. Tan sólo fluir y disfrutar del proceso, confiando de la misma forma que haces cuando viajas, pues al subirte al avión, sabes que llegarás a tu destino, aún sabiendo que existe una pequeña posibilidad, insignificante de que quizás no lo hagas, pero eliges no pensar en eso y simplemente te subes, confías y continúas disfrutando del hermoso viaje hacia tu destino. Es lo mismo.
Pero hay algo más, deberás pagar un precio.
Un precio que parece muy alto pero que no es nada más que enfrentarte al miedo y a la incertidumbre. Lo conseguirás.
¡¡Te prometo que lo harás!!
Tan sólo sé valiente, mantente en pie… ¡¡¡Sé fuerte!!! Lo merece.
Vale la pena.
Esta ley no es para tibios, no valen medias tintas o vas con todo o te quedas donde estabas.
Sí, te quedarás en esa muerte dulce causada por la hipoxia de tu dolor. El tuyo.
Si debes renunciar a algo que sea al miedo.
Nadie te va a salvar.
Nadie a quien cambiar salvo a uno mismo.
¿Te quedas o te vas?
Decidí pagar el precio, me dolió, no fue fácil mantenerme en pie, ser fuerte y no renunciar a mis sueños y a mí fe… Pero lo hice.
Mantente leal a tu poder y tus objetivos. Yo lo hice, y cada día de mi vida me honro por ello.
Volvería a elegir pagar el precio.
Créeme, es más doloroso donde estás ahora.
Aún sigo educándome a mí misma y permitiéndome mis deseos y mi libertad. Hoy soy libre para decidir mantenerme firme y en fe, a la espera de recibir el amor que merezco, la alegría y sorpresas de mi vida, la abundancia y prosperidad que está disponible para mí.
Nada ni nadie me bajará jamás de mi pedestal, pues yo decido, yo elijo y yo creo. Soy una con Dios. Yo Soy.
Tú sabrás lo que decides a partir de hoy, es tu vida, tu experiencia, no la mía. Yo ya decidí que nunca más voy a renunciar a quien Yo Soy y a la inmensidad de mi poder y mi grandeza.
Y tú, ¿te quedas regodeándote entre la lástima, lloros y lamentos, o vas a pagar el precio?.